Fue una mañana de invierno, en la perezosa primera hora de un lunes como hoy pero del helado julio de 2006, hace exactamente tres años: yo tenía diecisiete y cursaba tercer año en el Franciscanos de Paso del Rey, era apenas uno de los vivarachos, burlones varones de Tercero "B". A ese lugar llegaba en auto cada mañana soportando a Mamá con sus advertencias/sugerencias insoportables sobre la ola polar y el riesgo de enfermarse que repetía incalzablemente en esas quince cuadras que duraba el trayecto. Tras el tedioso tándem patriótico-religioso (izamiento de la Bandera Argentina más el Padre Nuestro De Cada Día) entre bostezos y flatulencias nos cagábamos religiosamente de frío hasta el mediodía en ese salón estrecho, alto, con pupitres de madera, una estufa oxidada (que a veces hacía de tacho de basura) y un ventanal que daba a la galeria y el patio de cemento en que -cada recreo- exhibíamos nuestra bandera negra y blanca (¡Gato devolve el trapo chorro!) y nos relacionábamos con las pebetas de los otros cursos vanagloriándonos de ser "los más grandes de la mañana".
Esa madrugada (¡sí, entrábamos a las siete menos veinte de la mañana! De no creer), la Gorda Busico -que nos daba Metodología de la Investigación los lunes, miércoles y viernes; cuatro horas a la semana- llegó y sin saludar ni comentar alguna travesura estúpida de su hijo se puso a tomar lista y anunció una lección oral sorpresa con una mueca arrogante y una sonrisa comparable a la de Cruella de Vil en 101 Dálmatas I.
-Los temas son los que vimos la última clase así que no me vengan con que no se acuerdan y mucho menos con que no estudiaron -dijo la Gorda.
Y fue deslizando su dedo índice de arriba abajo por la planilla de asistencias mientras todos nosotros le implorábamos a Dios (en ese momento todavía creíamos en él) y al destino, que esa extremidad regordeta y peluda no cayera sobre el casillero de nuestros apellidos. Luego de unos minutos de incertidumbre y nerviosismo, la Gorda se decidió y dio el nombre del desafortunado que debía "pasar al frente".
-El primero va a ser... Nicolás Massare -anunciaron sus labios carnosos. Las risas chillonas de todos nosotros, los suertudos o "culones", se escuchaban por doquier y por momentos parecíamos hienas a la espera de un festín imperdible. Y es que finalmente lo fue:
-Digame Nicolás: ¿qué es el método científico?
-...
-¿Cuáles son los diferentes tipos de hipótesis existentes?
-...
-¿Cómo se debe encarar una investigación periodística?
-...
-Massare no ha respondido absolutamente nada hasta el momento. Se supone que debería haber estudiado. No me haga perder el tiempo.
-Sí, Proferosa, se "supone" que estudié. (Risas)
-Massare vuelva a su banco. Tiene un uno.
-Bueno, uno más para la colección. Total: 1+1 es 11, ¿o no? (Carcajadas)
-Los temas son los que vimos la última clase así que no me vengan con que no se acuerdan y mucho menos con que no estudiaron -dijo la Gorda.
Y fue deslizando su dedo índice de arriba abajo por la planilla de asistencias mientras todos nosotros le implorábamos a Dios (en ese momento todavía creíamos en él) y al destino, que esa extremidad regordeta y peluda no cayera sobre el casillero de nuestros apellidos. Luego de unos minutos de incertidumbre y nerviosismo, la Gorda se decidió y dio el nombre del desafortunado que debía "pasar al frente".
-El primero va a ser... Nicolás Massare -anunciaron sus labios carnosos. Las risas chillonas de todos nosotros, los suertudos o "culones", se escuchaban por doquier y por momentos parecíamos hienas a la espera de un festín imperdible. Y es que finalmente lo fue:
-Digame Nicolás: ¿qué es el método científico?
-...
-¿Cuáles son los diferentes tipos de hipótesis existentes?
-...
-¿Cómo se debe encarar una investigación periodística?
-...
-Massare no ha respondido absolutamente nada hasta el momento. Se supone que debería haber estudiado. No me haga perder el tiempo.
-Sí, Proferosa, se "supone" que estudié. (Risas)
-Massare vuelva a su banco. Tiene un uno.
-Bueno, uno más para la colección. Total: 1+1 es 11, ¿o no? (Carcajadas)